Entre el polvo gris de la piedra y el eco del cincel que golpea con precisión, aún resuena el corazón artesanal de Chimalhuacán.
María Dolores Pacheco, con las manos curtidas por más de medio siglo de trabajo, da forma a la cantera como si moldeara la memoria de su pueblo.
“Cada pieza lleva parte de mi vida”, dice con una sonrisa tímida mientras observa sus esculturas exhibidas en la Feria Metropolitana de Chimalhuacán (FEMECHI) 2025.
La artesana, originaria del barrio de San Lorenzo, pertenece a una de las tantas familias que por generaciones han dedicado su vida a tallar la piedra.
Sin embargo, reconoce que el oficio enfrenta momentos difíciles.
“Esto representa demasiado para mí, porque nos encontramos en un periodo de pérdida de tradiciones. Muchas veces la gente ya no paga lo que realmente valen las piezas, pero para nosotros, los artesanos, cada obra tiene un valor sentimental y cultural enorme”, cuenta con nostalgia.
En un entorno donde las grandes industrias y el consumo rápido amenazan con borrar los oficios tradicionales, la FEMECHI se ha convertido en un refugio y una esperanza.
Este año, el Pabellón Artesanal alberga a 76 expositores locales y estatales afiliados al Instituto de Investigación y Fomento de las Artesanías del Estado de México (IIFAEM).
En cada stand se exhiben historias: manos que transforman obsidiana, palma, barro, cuero o madera en obras que preservan la esencia del Estado de México.
Para María, participar en la feria no solo significa vender su trabajo, sino mantener viva una herencia que se resiste a desaparecer.
“Aquí encontramos apoyo, compañía y orgullo. No queremos que la cantera se quede en el olvido”, indicó.
La FEMECHI no solo impulsa la economía local; también fortalece el tejido social.
Con una entrada simbólica de diez pesos, miles de familias disfrutan de espectáculos culturales, artistas locales y nacionales, y un ambiente donde la tradición convive con la alegría popular.