La vida de Omar Alejandro Ruiz Escorza, de 28 años, cambió drásticamente el pasado miércoles, cuando una explosión en Iztapalapa lo alcanzó justo después de descender de una combi en la que viajaba junto con su novia.
Ambos habían salido de Chimalhuacán con destino a Santa Marta para visitar a una tía. En el trayecto, decidieron bajar de la unidad de transporte público; sin embargo, en cuestión de segundos, las llamas los envolvieron tras el estallido de una pipa de gas en la zona.
La joven fue trasladada a una clínica distinta y hasta ahora su estado de salud es incierto para la familia. En cambio, Omar fue llevado inicialmente a un hospital cercano y más tarde ingresado al Hospital General Regional 197 del IMSS en Texcoco, donde permanece en terapia intensiva con quemaduras en el 90 por ciento de su cuerpo.
Desde entonces, su familia se mantiene en vigilia a las afueras del nosocomio. Relatan que Omar ha sido sometido a dos cirugías y, aunque su situación es crítica, su cuerpo comienza a responder a los medicamentos. No obstante, los médicos han advertido que sus órganos presentan daños severos, lo que mantiene en vilo a sus seres queridos.
“Confiamos en Dios, en que mi hermano saldrá adelante. No estamos solos: mucha gente se ha sumado a orar con nosotros, incluso desconocidos que vienen de otros estados a darnos palabras de aliento”, contó uno de sus hermanos.
Las cadenas de oración, la solidaridad de vecinos, excompañeros, profesores y hasta familias que no lo conocen se han convertido en el motor de esperanza para quienes hoy esperan un milagro.
La historia de Omar refleja el drama que viven decenas de familias afectadas por la tragedia en Iztapalapa: el dolor de la incertidumbre, pero también la fortaleza que nace cuando una comunidad se une en apoyo a quienes más lo necesitan.